miércoles, 12 de mayo de 2010

Relato de la expedición Domuyo 2010 [bicentenario]

Queridos amigos: a pedido de los que gustan de los relatos de montaña, les dejamos a continuación el de esta expedición. Cabe aclarar que contamos solo referido a la aproximación y ascenso. Esperamos que lo disfruten y cualquier aclaración, duda o consulta que tengan nos escriben un mail a domuyo2010@gmail.com o a germanleva@gmail.com


1. La Expedición
El objetivo de la expedición fue llegar a la cumbre del Domuyo (4.709 msnm) para dejar en la cumbre una cápsula del tiempo (para más detalles ver este post)
El grupo finalmente decantó en 6 montañistas (cinco aficionados + un experto) conformado por: Germán Reynolds, Horacio Blanco, Gastón Arraiz, Gabriela Bogado, Germán Leva y Beto Fuentes. El día lunes 29 de marzo de 2010 nos encontrábamos reunidos en la ciudad de Chos Malal para hacer el chequeo de equipo y terminar los aprestos para la expedición.


2. Llegar hasta el Domuyo
El acceso al Domuyo es por un camino súmamente atractivo, con desniveles pronunciados y mucho zigzagueo por la montaña. 
El camino está bastante bien cuidado y salvo algunas partes deterioradas por el agua (vados principalmente) no ofrece mayores complicaciones. Desde Chos Malal hay que tomar la ruta hacia Varvarco, pasando luego por Las Ovejas, y luego directo (en sentido figurado) hacia el playón del Domuyo.
Es recomendable salir temprano de Chos Malal ya que la ruta es de ripio y no se puede ir a gran velocidad, por lo que el viaje demora bastante, y más si hay problemas técnicos!

En nuestro caso, nos vimos retrasados por los problemas mecánicos de la camioneta Hunday H1 en la que nos movilizábamos (en adelante, "la Coreana"), y de no ser por el mecánico de la expedición (Horaty) estaríamos todavía esperando un auxilio mecánico.

Recomendación: llevar una buena caja de herramientas. Si el vehículo tiene problemas en este tramo el auxilio podría demorar muchísimo y obligarnos a cambiar el diagrama de la expedición.


3. Arribando al Playón y negociando mulas
Arribamos al playón el día martes 30/03/2010 a eso de las 15.30 hs. Comenzamos a bajar todo el equipo el cual ya estaba desde la noche anterior preparado.
No había nada "complementario" como bolsas, bositos o porquerías varias que cuelgan de las mochilas. Lo que estuviera dentro de las mochilas subía, lo que no estuviera dentro, quedaba guardado en la Coreana.
Mientras se bajaba el equipo, Germán se dedicó a realizar los ajustes del equipamiento electrónico con el que subiríamos: dos cámaras de video, GPS, 5 cámaras fotográficas y demás accesorios incluido un cargador solar que aportó Horax.
Beto ya había negociado un porteo de equipo hasta el campo base, así que ni bien estuvieron todos los petates listos comenzó la carga en las mulas.
Aquí hay dos cuestiones a considerar sobre el tema de las mulas: en primer lugar, hay algo así como un "duopolio jerárquico" de este servicio (dos oferentes, uno más bravo que otro), en donde no hay posibilidad de discutir mucho sobre la estructura de costos del servicio y te cobran no solo las mulas que uses sino el caballo del porteador!!! Para referencia, cada mula $200 + $150 del caballo. Cada mula te lleva unos tres a cuatro petates dependiendo del tamaño, así que de base son $550 para una expedición como la nuestra. La segunda cuestión, es que el precio es solo por la subida al campo base. Para bajar el equipo hay que volver a negociar el porteo.
Por supuesto que se puede subir sin las mulas, pero desde el playón hasta el Campo Base hay varios kilómetros y portear el equipo se torna un esfuerzo poco grato, considerando lo que viene luego.
Resumiendo, cargamos las mulas, protestamos por lo bajo por el abuso comercial, dejamos a la Coreana solitaria en el playón, arrancamos a paso rápido y firme para recuperar el tiempo perdido por los problemas técnicos y llegar de día al Campo Base para armarlo bien.
El sendero es muy atractivo porque serpentea junto al río y nos permite varias vistas y perspectivas diferentes de la montaña. En este tramo generalmente hace calor así que lo mejor es ir liviano de prendas, siempre con protección solar y una campera por si refresca.

4. El Campamento Base
Luego de 3 horas de trekking liviano de aproximación bordeando el cauce del río, arribamos al Campamento Base a las 19.00 hs.
El campo base se arma a los 3.050 msnm junto a una laguna que cambia de colores a lo largo del día. No es recomendable tomar agua de ahí, sino mejor del deshielo que está un poco más arriba.
El lugar está bastante protegido del viento y se pueden armar varias carpas de un lado y otro de la laguna.
Es importante más allá de la ubicación del campamento asegurar con piedras grandes las carpas porque cada tanto alguna ráfaga fuerte puede dañar una carpa mal asegurada.
Una vez armado el campamento y en marcha la cena nos dedicamos a preparar el equipo para el dia siguiente. Beto cocinó un guiso "supremo" y la energía aportada nos permitió quedarnos un rato más a la noche dando vueltas por la zona.
Si la noche se presenta despejada y con luna llena como nos tocó a nosotros, tendrán una vista magnífica de la montaña y del cielo que será difícil de olvidar.

5. Campamento de altura
Luego de una noche sin inconvenientes durmiendo con la alegría de estar donde queremos, nos levantamos bien temprano para encarar el porteo de todo el equipo hacia el campamento de altura.
Luego de un abundante desayuno y de las impasables barras energéticas, nos ponemos a desarmar el campamento y cargar las mochilas.
Resuelta esa instnacia, encaramos la subida hacia los 3.600 msnm.
Es importante destacar que hay diferentes formas de encarar esta etapa, principalmente en la selección del campamento de altura. En el Domuyo se pueden armar a los 3.600, a los 3.800 y he visto unas pircas de un posible campamento a los 3.900.
La elección del campamento de altura es simplemente vital para el éxito de la expedición dependiendo de varios factores, entre ellos el clima, el nivel de aclimatación del grupo y el ritmo y horarios que estemos manejando.
En nuestro caso, Beto propuso acamapar en los 3.600 por dos motivos: el primero y más importante es que los beneficios de la aclimatación a 3.600 eran incomparablemente superiores a ganarle 200 metros de ascenso que podíamos recuperar arrancando bien temprano.
La segunda cuestión es que el campamento de 3.600 está en plano y mejor protegido del viento que el de 3.800, así que encaramos directo hacia los 3.600 sin más tareas adicionales para ese día.
En el camino hacia el campamento de altura pasamos por un nevé en donde dejamos armados unos pozos para que durante el día el sol se encargue de derretir un poco el hielo y nos resuelva el tema del agua, ya que a partir de esa altura ya no hay nada de agua en forma líquida. Más tarde volveríamos a buscar el agua antes que se congele nuevamente.
Luego de una jornada bastante cansadora llegamos a los 3.600 en donde montamos el campamento de altura. El armado resultó algo complicado por el viento y el frío, pero tampoco fue una odisea. Nos divertimos un buen rato y una vez que estuvo todo armado y asegurado Beto se preparó una comida del todo olvidable. Claro, teníamos lija para comer una vaca cada uno, pero ya a esa altura no es muy recomendable comer mucho, más si estamos en plena aclimatación.
Durante la tarde la vida transcurrió en diferentes actividades, todas relacionadas con lo que nos esperaba el día siguiente. Así que mientras un grupo se quedó completando los menesteres del campamento, una partida volvió al nevé a buscar el agua, justo antes que comenzara a bajar una tormenta bien fría hacia nosotros.
Una vez todos juntos nuevamente adentro de la carpa, y con tormenta sobre nosotros, pasamos el resto de la jornada de mate y charla mientras armábamos el equipo para el día siguiente, ajustábamos los grampones, e íbamos asimilando el efecto de la altura.
La noche vino pronto con muchísimo frío , pero el viento se encargó de llevarse la tormenta así que tuvimos un segundo espectáculo nocturno. Temprano, todos a dormir para recuperar energía. La jornada siguiente intentaríamos subir a la cumbre de una mole de 4.709 metros de altura.

6. Hacia la cumbre de la patagonia
El tema era acampar a los 3.600 con el compromiso de levantarnos una hora más temprano para recuperar los 200 metros hacia el campamento de 3.800 y mantener el ritmo de la ruta normal. Bueno, no nos despertamos una hora antes, así que salimos casi a las 6.00 AM con un frío terrible y un viento que nos llevaba a nosotros con mochila y todo. Comenzaba la diversión!
Luego de una hora de batallar contra el viento y la fresca, llegamos a los 3.800. Si bien estábamos demorados en los planes, subimos tranquilos y sin inconvenientes, obviamente que comenzando a perfilar mentalmente lo que se venía en este día. Todos contentos y con mucha alegría, estábamos congelándonos a lso 3.800 así que   luego de 5 minutos de parada técnica, seguimos para arriba.
El resto de la trepada es bastante accesible técnicamente hablando. Si bien hay acarreo, no es como el del Lanín y se deja subir bastante bien.
La parte más complicada es el nevé de los 4.000. Un planchón de hielo en donde el viento va formando unos mini penitentes que te permiten subirlo con grampones y piqueta.
Dicen la mayoría de los que han subido al Domuyo que, superada esta instancia, la cumbre es casi una realidad...

Llegamos a los 4.550 todos juntos, pero no enteros. Horacio y Germán L. pagaron con la cumbre su osadía de subir el nevé demasiado rápido. El mareo incontrolable y los principios del efecto de la altura hicieron que ahí nomás de la cumbre la precaución obligara a detenerse. En palabras de ellos "la cumbre más importante está en casa". Germán le pasó el cilindro a Beto y la filmadora del docuemental a Gastón. Breve despedida y siguió el resto de la expedición hacia la cumbre.
El último tramo es el más duro por las condiciones de desprotección respecto del viento. En ese momento las ráfagas estaban entre los 100 y los 120 km/h. y la sensación térmica en -20°C, con lo cual el caminar hacia arriba se transformó en un desafío de resistencia.

7. Cumbre!!!!!!!! cumbre!!!!!!
A pesar que la cumbre estaba allí nomás, casi al alcance de unos cuantos pasos llegar hasta ella fue durísimo. El viento se encargó de limar las energías, pero no pudo doblegar la determinación del equipo. De a uno, y con diferentes cargas a cuesta, fueron llegando Beto, Germán, Gastón y Gabriela.
Momento único, difícil de relatar, solo experimentable en lo más profundo de cada uno de los que allí estuvieron. Pero al mismo tiempo fue un momento compartido con muchísimas personas: habíamos cumplido con la promesa de llevar los sueños de los chicos del bicentenario a la cumbre más alta de la patagonia. Solo faltaba el ritual de enterrar la cápsula del tiempo para que en 100 años la generación del tricentenario reciba esos mensajes, esos sueños.

8. Volver a casa
"La cumbre más importante está en casa". Esa fue la frase que Pachi Iglesias nos repitió cuando lo visitamos antes de esta expedición, y tanto la comprendimos que la adoptamos como propia. Pero cuando un montañista vuelve a casa comienza al mismo tiempo su próxima expedición...