Mensaje de Germán Reynolds

Decía el Cuchi Leguizamón que si la moza y la zamba llegan a ser tucumanas solo quedaba ahogarte en agua bendita, pues ni el Diablo te salva... Hablaba del profundo embrujo de estas tierras, del que es imposible escapar después de semejante combinación.

Creo que tal vez me pasa algo parecido. Como sentenciaban los Hermanos Berbel, he comido del fruto del Michai, he besado el agua del Limay y por lo tanto he recibido mi condena: “...forastero, pasajero, nunca te irás del lugar...” y parece que es cierto, voy inventando nuevas excusas para volver siempre al Neuquen, y cuando no estoy ahí tengo persistentemente un suave gusto a destierro.

He visto la luna a través de un pehuen en Rucachoroi, duplicado las estrellas en los lagos , he tomado prestado sus peces, he espiado las voces del kultrún.

Si bien nací en Quilmes, parece que mis padres me engendraron al sur del Río Colorado, al menos eso siempre quise creer. Decenas de percepciones son las que me vienen cuando recuerdo los primeros viajes a la Patagonia junto a ellos. Pero tengo muy presente un instante, muchos años después, cuando con Ariel, estando en Chapelco ví por primera vez el Volcán Lanín. Quien lo haya visto de cuerpo entero, no tengo más que decirle. Quien no lo haya visto, solo puedo desearle que lo haga. Quince años después de haberlo deseado, llegué a su cumbre en marzo de 2008. Como suele pasar en estos casos, son promesas y agradecimientos que uno viene masticando, los que te arrastran en los últimos metros para sobreponerte al cansancio.

Vivo este ascenso al Domuyo como una continuación de ese sueño del que soy consciente desde hace 17 años pero que quizá comenzó un par de décadas antes, antes de que yo aparezca por aquí. Por eso me permito compartir con ustedes unas líneas que evocan un momento de pesca al pié del Lanín, que recoge estas sensaciones.

Al Domuyo también voy masticando promesas, agradecimientos y deseos. Las primeras dos tienen que ver con un Amigo, que iba a acompañarnos en este viaje. No pudo, pero salvó su vida: es una ecuación para agradecer. Otras, son más íntimas y me las guardo.

Los deseos, vienen formateados por este sentido que Germán L. le imprimió a la expedición, “los deseos para la generación del tricentenario”. Son dos, el primero es que yo pueda hacer algo para que encuentren un mundo en el que valga la pena estar. El segundo, en línea con el anterior, es que puedan disfrutar de estos lugares que curan el alma.

Un fuerte abrazo
Germán Reynolds

Inulpamahuida

Vueltas de viajes antiguos que pensábamos ya no existían,
Temor a olvidar la esencia del valle que se estira por toda mi vista,
Que muestra tus animales blancos, encantados,
que me prestaron de otros cuentos.

Bahía de playas, que fracturan la piedra que se hunde debajo de la estampa de ese recuerdo
de ese cielo aprendido en cientos de historias con fuego y vino,
estigma del viajero que osó mirarlo,
basilisco de mis ratos que secuestra mis ganas…

…esas piedras que se hunden más allá, allí donde sucede la magia ,
donde solo adivino que es lo que tal vez sea,
reflejos de ramas, acuáticas sin opción
que me engañan y señalan el origen de su fuerza.

Desde la roca elegida, pero de otros viajes,
de aquellos también mis amigos,
puedo asirlo.

cierro los ojos ,
me queda quemado, sigue en la retina,
alimenta mi fantasía que enseguida se junta con fotos de mis antiguos años,
infancia con quienes más quiero, culpables de todo,
del amor al viento, cacique de los locos,
y del color que ya baña su ladera más lejana.

Nido milenario del calor de la tierra,
donde se acuna la esperanza de sus hombres a los que bendice sus semillas,
que entibia mi sonrisa, placebo para la vida.

Acá mis viajes se juntan con los tuyos,
arroyos de deshielo de curso errante pero destino infalible,

Aquí se conectan en este , el azul más negro
Huechu Laufquen, ecos de su amada lengua.

Su sombra nos alcanza le pone contraste a la luz que queda,
Ngenechen consagra mi espera, sacudiendo el agua, junto al altar místico,
instante sutil que rápidamente se convierte en cuento para futuras hogueras.

Toca la cima, derrama el frío que me engaña,
que me quiere decir que ya abrí los ojos
que aún sigo soñando, que ahí está,

Evidencias de la creación, músicas de kultrunes hasta ahí me llevan ,
y me dejan caer desde las garras del gran condor,
lentamente me acolchan las nieves de su lado más cercano a las estrellas,
y me duermen esas voces con orgullosos adornos de plata,
que me arrullan y me cuentan de sagradas araucarias,
historias que necesito, que me piden Lanin que vuelva.

Enche uleuman traf Anay acun dehuin, üyen afquintue, puyen Lanin